Era abril, abril era,
la primavera caía,
los pájaros cantaban
y las flores florecían.
Muchos príncipes llegaban,
intentaban camelar
a esta bella princesa
pero pronto llegó el mal.
En este reino de paz
apareció un gran dragón
que a todos quiso asustar.
Y el dragón se presentó.
La población asustada
fue corriendo hacia sus casas
y se quedó confinada.
Mil animales comió,
su barriga no llenaba,
se decidió un sorteo,
todo el mundo lloraba.
La princesa fue elegida,
no había otra igual que ella,
la más bella de su reino
que en el pueblo dejó huella.
Aquel dragón asesino,
se llevó a la doncella.
Cuando el dragón se acercó
a morder a la princesa,
un caballero atacó
surgiendo desde la niebla.
El caballero San Jordi
un propósito tenía:
para salvar la princesa
matar al dragón debía.
Su espada clavó en la bestia
y la dejó malherida.
De la sangre derramada
una rosa floreció,
para la bella princesa
en sus manos la posó,
se iluminaron sus ojos
y su pueblo se alegró.