Descripciones y diálogos

Diálogo 1

(Suena el timbre en casa de Marcos.)

Marcos: Buenas noches, Begoña. ¡Guau! Estás preciosa.
Begoña: Buenas noches, Marcos. Gracias. Tu también estás estupendo.
Marcos: Gracias. Bueno…entra…, como si estuvieras en tu casa. Oh, dame tu abrigo, yo lo guardo.
Begoña: Toma. ¡Qué bonita es tu casa!
Marcos: Sí, bueno…podría mejorarse pero el presupuesto no da para más.
Begoña: Dímelo a mí… yo tengo un piso, la mitad de grande que el tuyo.
Marcos: Si quieres, ya que nos conocemos mucho, podrías quedarte a dormir…
Begoña: Gracias, pero no quisiera molestar… Es tu casa y sólo hemos quedado para cenar.
Marcos: (va corriendo a la cocina y desde allí grita) Oh, no te preocupes, no es molestia. ¡Ya está la cena! Vamos, siéntate en la mesa que ahora voy.
Begoña: Vale. ¡Ala! ¡Qué bandeja tan grande!
Marcos: Sí, es mi plato estrella: canelones caseros gratinados.
Begoña: Ah, y tú también has traído cena, vaya noche nos espera…
Alfonso Galisteo 3r. A
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Descripción 1

Mi lugar favorito para ir de vacaciones es Menorca. Menorca es una isla de España con unos paisajes de playa y de jardines muy bonitos. Sus aguas son azules turquesa, son muy cristalinas y hay muchos peces. La isla de Menorca está repleta de calas pequeñas, de acantilados con muchos miradores donde se puede ver a veces la isla de Mallorca. Los jardines son muy verdes y repletos de un montón de pájaros diferentes. Todos los muros de Menorca son blancos y están hechos de piedras. Allí casi siempre hace sol en verano. Pero lo más bonito de Menorca son las puestas de sol en los acantilados donde rompen las olas o desde lo alto del faro de la isla.

Ramon Agraz 3r. A

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Descripción 2

Una calle cualquiera a eso de las nueve de la mañana. Una calle, o mejor dicho un callejón, estrecho como el rayo de luz que se filtra por las ventanas de aquellas casas; unas casas antiguas, de rocas desiguales y puertas de madera, que conforman así los muros en cada lado de aquel desierto lugar. El suelo lleno de baches por aquellas enormes piedras incrustadas en el asfalto. Justo ahora, una manada de gatos negros madrugadores cruzan la calle maullando, ese sonido es el despertador de cada mañana de aquellos peculiares vecinos. Las persianas de madera de un verde intenso ya se abrían, provocando así el ruido que inundaría la calle haciendo callar a sus despertadores. Abrían sus ventanas sin ton ni son y, al ritmo de la música de fiesta mayor de invierno, que débilmente llegaba de la plaza, se saludaban entre sí cantando y gritando “¡ha nevado!”. Hasta la noche no volvió la paz a aquellos estrechos rincones de un pueblo que nadie conoce el nombre.

Cristina Aguilera 3º B

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Descripción 3

Insomnio

Oscuridad, así se llama. La veo, no muy claramente, pero la veo, con la mirada perdida pero a la vez clavando sus negros ojos en mí. Camina pero está quieta. Se acerca pero se aleja. De piel oscura pero a la ven tan clara. La miro, me mira, con una mirada tímida y una leve sonrisa en la boca, perfecta y oscura como toda ella, capaz de hablarte de aventuras e historias fantásticas y a la vez de cosas horribles y monstruosas. La veo de nuevo al pie de mi cama, la miro y me devuelve la mirada. La observo, es fría y a la vez cálida. Tímida pero atrevida, insegura y a su vez tenaz. Se acerca lentamente, repitiendo el camino que tantas noches ha recorrido, hasta llegar a mí. Se acomoda encima mío, cruzando nuestras miradas una vez más. La miro con miedo e intimidada, noto mis párpados pesados cerrándose poco a poco. Me mira, su mano izquierda encuentra el camino hacia mi muñeca mientras sale de mi boca un tembloroso suspiro causado por su estremecedor roce. Su mano derecha agarra mis sábanas destapándome y empieza a recorrer mi cuerpo con sus frias manos hasta llegar a mi barbilla, donde se para. La veo, está clavando sus ojos en los míos por última vez esa noche. La miro yo también, con ojos cansados y adormecidos, aunque ya casi no la veo, pues es oscura pero más pálida que antes. Para mi sorpresa, inclina su cabeza hasta tocar con su gélida frente la mía. Con cansancio, cierro los ojos ya por completo, mientras ella acerca sus labios a los míos, cerrando así el único espacio que quedába entre nustros cuerpos. Unos instantes pasan y, aún con los ojos cerrados, noto como apoya su cabeza en mi pecho desnudo mientras escapa de sus labios un breve susurro casi imperceptible, un “Hasta luego” triste e inseguro. Pasa un tiempo, abro los ojos… ya no está, y en su lugar un rayo de luz invade la habitación desde mi ventana. “Hasta luego” digo a la nada, y recuerdo su nombre: Oscuridad, así se llama.

Khaira Martínez 3º B

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Descripción 4

Desperté. Me encontraba fatal: la cabeza a reventar y el cuerpo casi no me respondía. Salí de mi habitación, aún con los ojos cerrados y entré en la cocina. Pensé que un café a lo mejor podría despertarme y aliviar la sensación de pastosidad en la boca. Mientras la cafetera hacía el café, abrí del todo los ojos: lo primero que vi fue una enorme mancha amarilla en la esquina de la cocina. Pronto, mis ojos se posaron sobre la inmensa pila de platos que se encontraban en un estado de remojo casi perpetuo. No tenía tiempo para tonterías como aquella, pero debía reconocer que se estaba tornando en una amenaza: ahora los platos estaban completamente negros y parecía que estuviesen desafiándome a lavarlos. El olor era insoportable.

‘Al fin he dejado atrás ese desorden’ pensé, aliviado. Pero me llevé una amplia decepción al entrar al salón: había estado en la India y vi granjas de elefantes más limpias que ese salón. Había una extraña mancha negra que parecía reptar por la pared. La pinché. Agua marrón a borbotones. ‘El vecino’ me vino a la cabeza en aquel momento. El suelo estaba lleno de varios tipos de recipientes, todos vacíos, o de… Y entonces pude despertarme y desanimado lo recordé: mis padres venían aquella misma tarde.  Y eso no era todo: sobre esa capa se encontraban otras muchas más: Una de pañuelos de hacía medio año, todo por un estúpido desencuentro con el amor, botellas de diferentes bebidas energéticas, resultado de los exámenes, cajas de pizzas y de comida china, junto a una botella de cristal en cuyo interior se podía observar una especie de bola en descomposición que me hizo tener ganas de vomitar.

Y la cosa no mejoró al entrar en el baño…

José Capitán 3ºB

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