Cuentos

UN RATONCILLO LISTILLO

Érase una vez un ratoncillo muy pequeño, llamado Pérez. Tan pequeño, tan pequeño, que cuando sus compañeros le llamaban, él tenía que encender una cerilla para que le vieran. En el cole siempre le hacían burla por su pequeño tamaño, pero a él le daba igual y se hacía el sordo a todo lo que le decían.

Se reían de que cuando bajaba las escaleras era el último en llegar a la puerta, porque sus patitas eran muy pequeñas, se burlaban de él porque no podía estar sentado en la silla porque no llegaba al pupitre del cole.Cuando tenían una fiesta las ratoncitas no querían bailar con él porque decían que se lo podían poner en el bolsillo. Pero todo esto a Pérez no le preocupaba. Él era un ratoncillo feliz, y los demás no acababan de entender el porqué. Sin embargo, de lo que algunos no se daban cuenta era de que él tenía un secreto, era que Pérez era el único ratón que no caía en las trampas de los humanos. Cuando había que sortear las trampas para llegar a la madriguera, Pérez se las arreglaba para moverse con agilidad y no pisar nunca en el mecanismo que activaba las trampas.Muchos ratones morían cada día por culpa de las trampas, y el que tenía más habilidad para sortearlas, sin problemas, era Pérez. Además, cuando algún hombre salía en busca de los ratones para cazarlos, Pérez se escondía en los agujeros del queso y nunca le pillaban. Él era el único, por su tamaño, que podía hacer eso.

Llegó un día, en que todos los jóvenes ratoncitos querían ser como Pérez, y todas las ratoncitas querían ser sus amigas. Y todos los ratones de la madriguera comprendieron que: lo que puede parecer un defecto se puede convertir, si sabes usarlo con habilidad, en una gran virtud.

Ilià Castellarnau 1r. ESO C

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EL MAGO DEL BOSQUE

Iba una vez un niño por el bosque buscando fruta, y tanto buscó y buscó que llegó la noche y se perdió. Estuvo dando vueltas durante mucho tiempo, hasta que a lo lejos escuchó un gran alboroto. Se acercó y descubrió que el ruido procedía de una pequeña casita donde brillaba una luz, y pensó en pasar la noche con aquella gente.
Llamó varias veces, pero como nadie abría la puerta y seguía habiendo un ruido enorme, decidió entrar. Al instante, se hizo un gran silencio, y se encontró con miles de ojos que le miraban asustados: vasos, espejos, cuadros, sillas… ¡todo en aquella casa estaba vivo! ¡y le miraba!
– Buenas noches – dijo el niño.
Y de nuevo comenzó un alboroto enorme de respuestas y alegria:
– Uff, qué miedo – oyó que decían algunos
– Bah, es sólo un chiquillo- escuchó a sus espaldas. Y el molesto ruido de voces siguió por un buen rato….
– ¡¡¡Silencio!!! – gritó harto de tanto ruido el niño – ¿dónde estoy?
Y nuevamente respondieron todos a la vez.
– ¡¡ Callaos, por favor!! – suplicó. – Tú, la mesa, por favor, contesta, ¿quién manda aquí? ¿y por qué estáis todos vivos?
– Aquí mandaba esa varita mágica que está junto a tus pies, pero ya no le queda nada de magia, la repartió entre todos.
Efectivamente, una pequeña varita a sus pies era el único objeto que no parecía estar vivo. Comprendiendo que aquel era el origen de tal desorden, pensó en tratar de arreglarlo.
– ¿Y no os da vergüenza ser tan egoístas? ¿por qué no le devolvéis un poquito de su magia?
Un pequeño murmullo egoista empezaba a llenar la habitación, cuando el viejo espejo susurró, “vale, de acuerdo”, y haciendo una gota dorada con uno de sus ojos, la dejó caer sobre la varita, que comenzó a toser un poco.
– ¡Está viva! – se alegró un libro. Y también le dio su gotita dorada de magia.
Y así, todos fueron cediendo parte de su magia a la varita, que recuperó un aspecto brillante y divertido, adornado con cientos de colores. Y llena de alegría fue a posarse en la mano del niño, que al momento se cubrió con una nube de estrellas para aparecer vestido de mago. Y así fue como aquel niño se convirtió en el mago del bosque, y con alegría y sabiduría siguió animando a todos a compartir lo que tenían.

Pau Pascual 1r. C

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EL DIABLO EN EL ESPEJO

Hola, mi nombre es Judit, esta historia es un hecho real. Todo empezó cuando estaba en una fiesta con mis amigas en un parque cerca del cementerio. Estábamos hablando hasta que, no sé cómo, empezamos a contarnos historias de miedo. Todas eran terroríficas y estábamos muy asustadas. Al cabo de un rato un chaval gótico se acercó a nosotras y nos dijo que él sabía una forma de ver al diablo. Estábamos escuchando muy atentamente, y nos dijo que solo había una manera de poder verlo. En el último día de Halloween, justamente a las 24.00h, el diablo se asoma a la Tierra para controlarnos, así que si queríamos verle tenía que ser ese mismo día y a esa misma hora. Consistía en que tenías que estar en el lavabo, puesto que era el lugar propicio para realizar el evento, y cerrar la puerta. Tenías que encender 12 velas, si era posible negras, y ponerte enfrente del espejo. Cuando quedara poco tiempo para las 12, tenias que cerrar los ojos, sentado junto al espejo, y cuando tocaran las 12 campanadas en el último segundo tenías que mirar el espejo y entonces verías al diablo. Nosotras no nos lo creíamos, entonces decidimos comprobarlo. Laia, que era la mas valiente, dijo que lo haría ella misma, ya que ninguna de nosotras lo quería hacer. Creímos que no lo haría y entonces decidimos turnarnos para vigilarla.
Llegó el día. Ya estaba todo preparado. Eran las 11.55. Seguidamente Laia encendió las velas y se sentó y cerró los ojos. Entonces sonaron las campanadas, 1…2…3…4…5…7…8…9…10…11…y 12! Yo, desesperada por ver que había ocurrido, llamé a la puerta. No se escuchaba nada. Entonces decidí abrir y me encontré a Laia frente al espejo, quieta, mirándolo con ojos como naranjas. Me acerqué y noté que el corazón le iba a cien por hora. Le pregunté qué había sucedido. Ella, asustada, me miró y me dijo que lo había visto, había visto al diablo! Se giró y se quedó mirando el espejo como si estuviera poseída. De repente cayó al suelo. Yo, asustada, llamé a la ambulancia. ¡Había perdido el conocimiento! Estuvo una semana en el hospital. Cuando llegó a casa aun podía ver que seguía estando asustada. Ella me dijo que aun así, estando en el hospital, no podía dejar de pensar en aquella imagen, la del rostro del diablo.

Irene López 1rC

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LA MALDICIÓN DEL COLLAR

Era una vez dos chicos que paseaban por la calle, había una parada de collares y la chica quiso uno. Todos tenían una maldición diferente. Se compró uno. Cuando se lo puso se le vio una luz reluciente. Nadie se dio cuenta y se  fueron tranquilamente a su casa porque ya era de noche. A la hora de cenar se lo quitó para no mancharse. Cuando acabó de cenar se lo volvió a poner y se volvió a ver la luz y entonces el chico se dio cuenta, se asustó y se lo dijo a su novia. Ella intentó sacárselo pero no pudo y se fue a dormir con el collar puesto.

Al día siguiente se fueron a la montaña de excursión para pasar el día. Cuando aparcaron el coche se fueron a pasear por la montaña. Paseaban tranquilamente, se encontraron una cueva y entraron. De repente, se oyó un ruido aterrador. Ellos los escucharon pero pensaron que no era nada y siguieron entrando en la cueva. De golpe, se abrió un agujero en el suelo y se los tragó.  Estuvieron cayendo un buen rato hacia el centro de la tierra y aparecieron en otro mundo. Cuando aterrizaron, se quedaron sorprendidos al ver que ese era el mismo lugar donde vivían y se volvía a repetir el día de ayer. Estuvieron varios días viviendo el mismo día, hasta que una tarde paseando se le enganchó el collar en un hierro de la pared y se rompió. Y fue entonces cuando volvieron a estar de nuevo en la cueva donde habían desaparecido.

Xavier Farré 1r. ESO B

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2 pensaments a “Cuentos

  1. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡Qué chulos soon los cuentos, me gustan todos!!!!!!!!!! 🙂 😉

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